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El fin esencial de la asociación reside en crear el espacio propicio para la discusión e intercambio de ideas entre los asociados con el objetivo de transformar el fenómeno jurídico en sus diversas manifestaciones: impartición de justicia, solución de conflictos, enseñanza-aprendizaje, así como la elaboración, modificación y aplicación de la legislación vigente. Es también un medio para llegar de manera libre al análisis de los temas que giran en la esfera del derecho, sin estar nuestro juicio condicionado a agradar a un individuo, corriente política o ideológica.

martes, 23 de diciembre de 2008

Hace un par de años tuve la oportunidad de asistir a la presentación del libro ¿Cuánto vale la cultura? del economista Ernesto Piedra. Su nombre volvió a mii mente esta tarde cuando en conferencia, Mauricio Jalife Daher, socio del Despacho de Propiedad Intelectual Jalife, Caballero, Vázquez & Asociados, mencionó que según la investigación de The Competitive Intelligence Unit, consultora presidida por Ernesto Piedra, en México el consumo de productos registrados bajo el amparo de la propiedad intelectual es equiparable al 8% del PIB; importante cifra considerando que por ejemplo, Francia se encuentra en estándares similares.

Jalife afirma que la propiedad intelectual, la marca, es el activo más importante de una empresa; sin embargo, ésta no lo considera hasta que no se encuentra involucrada en problemas económicos o legales. Esto se debe a una incorrecta aplicación de políticas públicas relativas tanto al comercio como a la industria, elementos esenciales para el desarrollo de cualquier nación.

La observancia de políticas públicas relativas a la propiedad intelectual llevará a las empresas a un éxito constante, objetivo fundamental del proceso de desarrollo. Esto traerá como consecuencia directa que la economía nacional posea una ventaja competitiva a nivel global. Ésta ventaja, junto con el know how[i] es lo que hará de una economía competitiva, una economía solvente.

La diferencia entre una nación considerada de primer mundo, y otra en vías de desarrollo es simplemente quién posee la marca, la patente, y quién debe pagar por ella. No es casualidad que Estados Unidos concentre el 80% del mercado franquicitario, y tenga el mayor número de patentes registradas bajo el amparo de la propiedad intelectual. No existe una sola empresa en el mundo que no base su éxito en sus activos intangibles, en sus patentes.

Una patente es una nueva forma de resolver un problema en específico, resultado de un proceso inventivo y susceptible de explotación industrial, comercial o de servicio. En México, no se posee la cultura del registro de patentes, y de los registrados en nuestro país, sólo el 4% son autoría de nacionales.

Según Jalife, el concepto de Franquicia, es el ejemplo claro de que el know how y la ventaja competitiva sustentable son elementos claves en el éxito comercial de una empresa. Éxito reflejado, por ejemplo, en la apertura cada 8 horas de una nueva sucursal de Subway alrededor del mundo, mediante este sistema.

Una de las claves del éxito de una franquicia es el posicionamiento de la marca frente al consumidor, éxito logrado mediante la mercadotecnia representada en publicidad que día a día consumimos. Cuando al escuchar una frase, ver una silueta, o una combinación de colores la relacionamos de manera inmediata con un producto o marca, quiere decir que está bien posicionado en la mente del consumidor, en nuestra mente.

Estos signos distintivos, identificables por el consumidor son los que lo logran persuadirlo a adquirir dicho producto o servicio; ya sea por su tradición, su calidad, o porque simplemente está de moda. Pero justo en este momento; al tomar la decisión de si comprar o no el producto; considerando que tan necesario es para nosotros, es cuando nos encontramos en la delgada línea que divide el consumo del consumismo.

Featherstone, catedrático inglés, afirma que deben analizarse tres aspectos: primero, la cultura de consumo del ente colectivo denominado Sociedad de Consumo; segundo, las variadas formas en que las personas emplean los productos y servicios con el fin de crear vínculos o distinciones sociales, y finalmente la cuestión de los placeres emocionales del consumo.

Lo anterior sin considerar el enfoque que afirma que esta cultura, es fruto de la excesiva producción de bienes y servicios, fomentando así las actividades de ocio y consumo en la sociedad.

La cultura de consumo en nuestra sociedad está dictada por la publicidad. La mercadotecnia utilizada ha logrado que asociemos sensaciones de felicidad, belleza, deseo y poder, con el auto último modelo, el traje más fino, y el reloj más caro. En esta sociedad, la cultura recibe un nuevo significado a través de la saturación de símbolos, imágenes, siluetas, colores, y frases.

Sin embargo, ésta asociación de satisfacción al adquirir determinado bien, no es el único objetivo de la publicidad; busca también subrayar las diferencias en el estilo de vida que distinguen las relaciones sociales. Comprar un determinado producto, puede ser con la finalidad de ganar prestigio, rompiendo así barreras sociales; o imponiéndolas, desde el punto de vista que se observe.

En este contexto, consumir tiene para nosotros un significado diferente al que podría considerarse de manera lógica; en realidad consumir es acabar con algo, gastarlo, agotarlo. A tal punto ha cambiado nuestra noción primaria de consumo. Tal y cómo pasamos de la era gris del conformismo en la década de los 50´s al consumo masivo que actualmente vivimos día con día.

Como se menciona anteriormente, la cultura de consumo utiliza imágenes, signos y productos simbólicos que nos hacen pensar en ilusiones, aspiraciones y utopías que buscan convertirse en verdaderas emociones en la felicidad egoísta del individuo en sí mismo y no de los otros. Sin embargo, la cultura de consumo de la sociedad actual amplia la gama de contextos y situaciones en que el consumismo se estima apropiado y aceptable.

Y puede que así sea. Cómo comentaba al inicio del presente texto, el éxito económico de una nación, se basa en la propiedad intelectual de sus empresas. Lo que traerá cómo consecuencia una economía solvente. Jalife afirmaba esta tarde durante la conferencia, que marcas poderosas es igual a economía poderosa, y si consideramos que, al final del día una Sociedad de consumo sólo puede ser sustentable con base en una economía solvente, yo personalmente, no estaría en desacuerdo.

Por Dorian González



[i] Expresión anglosajona utilizada en el comercio internacional para denominar conocimientos preexistentes no siempre académicos, como información técnica, fórmulas, normas, especificaciones, procesos, métodos, libros de códigos, materias primas, prácticas comerciales, etc.

Dorian González es estudiante universitario, egresado del Bachillerato Internacional de la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Actualmente se desempeña como miembro del Consejo Municipal de la Juventud y Presidente del Club Rotaract Aguascalientes San Marcos de Rotary Int.

*Publicado originalmente el 22 de diciembre de 2008 en www.mexicokafkiano.com