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El fin esencial de la asociación reside en crear el espacio propicio para la discusión e intercambio de ideas entre los asociados con el objetivo de transformar el fenómeno jurídico en sus diversas manifestaciones: impartición de justicia, solución de conflictos, enseñanza-aprendizaje, así como la elaboración, modificación y aplicación de la legislación vigente. Es también un medio para llegar de manera libre al análisis de los temas que giran en la esfera del derecho, sin estar nuestro juicio condicionado a agradar a un individuo, corriente política o ideológica.

martes, 11 de agosto de 2009

EL COCO

por: Edgar Martín Padilla

Educar a un joven no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía. John Ruskin
Con el miedo o adrenalina de siempre, se dispone el joven a iniciar su examen. Está ansioso por ver el tipo de preguntas, la estructura de la prueba, las condiciones climáticas, qué tanto le va a apoyar el maestro; su pericia para descubrir algún “apoyo didáctico”, así como la visibilidad de la que goza, desde su banca, del examen de sus compañeros. Casi siempre, su resultado depende más del juego de estos factores que de su acervo de conocimientos sobre la materia.

¿Qué función tiene una evaluación? ¿Qué función debería tener? Parece que estas dos realidades están muy alejadas.
Estando frente a un grupo, el docente goza de cierta autoridad. La diferencia entre ser autorizado y autoritario, será la legitimación que respalde esa investidura. Puede manejar la clase con eficacia convirtiéndose en mediador entre el conocimiento y el alumno, llevándolo por caminos prediseñados, bien planeados, hasta que él mismo alcance a comprender el problema que se le planteó. Ser un maestro dedicado, comprometido con la formación, analista creativo de nuevas situaciones de aprendizaje para su pupilo.

Puede ser un maestro experimentado. El trato con los alumnos durante tantos años, le hacen comprender la dinámica de la clase, prediciendo situaciones de conflicto y reacciones positivas o negativas de sus estudiantes. Lustros o decenios de interacción académica, provocan un manejo excelso de los contenidos y se las sabe “de todas, todas” en cuestión de disciplina.

Hay opciones de ser maestro. El profesor que tiene un acervo cultural reconocido y conocimientos profundos sobre la ciencia que imparte, es también autoridad respetada por los alumnos. Goza de atención persistente, un público ansioso de escucharlo. Hay quienes tienen además la habilidad de manejar artísticamente el ritmo de la clase, haciendo que los alumnos naveguen en sus palabras que se expresan como notas musicales cuidando la combinación de los sonidos, del discurso y las risas, con los tiempos.

Ser modelo del estudiante es una opción viable, quizá necesaria para la dinámica académica. Pero también hay otro método de autoridad, muy similar al coco o al señor del costal. El examen.
Ese desencadenar consciente o inconscientemente todo el curso al día del examen es una práctica viciosa bastante frecuente en la práctica educativa actual. El maestro carente de facultades para provocar el interés en su materia, para controlar la disciplina del grupo o para paliar esa flojera y conformismo en su actividad de enseñanza, recurre como herramienta docente primordial al terror que tiene el alumno a un examen. Se vuelve un tanto tirano, pues convierte la actividad de la evaluación en un proceso unilateral y le otorga características inquisitivas, no solo en el sentido de la actividad de preguntar, sino también en una premeditación a incluir reactivos que el alumno promedio no podrá contestar.

El docente de este tipo trata de justificar la incongruencia entre los objetivos del curso y los contenidos de su examen en el hecho de que esos datos “se dijeron en clase” o “aparecen en la bibliografía”; cosa más ridícula. Es un absurdo pensar que toda la información vertida de manera casi siempre errónea en clase, será memorizada por el estudiante. Tan irreal como preguntarle el color o las piezas de la indumentaria que portaba durante dichas sesiones.

La revisión de la bibliografía es también una actividad que debe estar coaligada con la planeación docente. No tiene que ser un sustituto de las deficiencias técnicas del maestro sino un refuerzo que soporte de manera precisa el proceso de aprendizaje propuesto por él.

¿Será correcto hacer evidente al estudiante los objetivos? ¿Será necesario? ¿Será indispensable?El alumno tiene derecho a saber qué se le va a tratar de enseñar, y la dinámica de aprendizaje requiere forzosamente que se precise el rumbo, la meta en la que se van a enfocar las actividades.

Más aún, es una condición indispensable del proceso de enseñanza-aprendizaje la congruencia total entre los objetivos del curso y la evaluación. Si se le proponen metas a alcanzar, no se le puede medir su rendimiento por otra cosa.
Y el diez no es solo para Dios. Si el alumno consigue demostrar que alcanzó los conocimientos planteados como objetivo por el docente, no debe obtener menos que eso. No es una gracia que emana de la bondad del evaluador, sino un derecho producto del cumplimiento de las condiciones pre-establecidas.
La examinación pues, ha de ser considerada un espacio para la retroalimentación y mejora continua del estudiante. Es para el maestro una oportunidad de detectar las virtudes y deficiencias del proceso pedagógico, así como un ámbito de experimentación de nuevas dinámicas educativas que le den alternativas al clásico modelo de prueba que se realiza actualmente.

Maestro autorizado, legitimado, no autoritario. Consciente y comprometido con la educación del estudiante. Alumno atento, participativo, comprometido y honesto al ser sometido a examen. Evaluación integral, congruente y con objeto de mejorar. Un paso gigante a la educación de calidad.