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Aguascalientes, Aguascalientes, Mexico
El fin esencial de la asociación reside en crear el espacio propicio para la discusión e intercambio de ideas entre los asociados con el objetivo de transformar el fenómeno jurídico en sus diversas manifestaciones: impartición de justicia, solución de conflictos, enseñanza-aprendizaje, así como la elaboración, modificación y aplicación de la legislación vigente. Es también un medio para llegar de manera libre al análisis de los temas que giran en la esfera del derecho, sin estar nuestro juicio condicionado a agradar a un individuo, corriente política o ideológica.

viernes, 25 de septiembre de 2009

¿Qué es Código Libre?


Código Libre
Es un proyecto académico que tiene como objetivo formar un grupo de investigación, análisis y estudios jurídicos, integrando nuevas técnicas didácticas para la comprensión de los fenómenos analizados. Se integra por los protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje del Derecho que abren un espacio a la reflexión y a la crítica sana e informada de los temas centrales de las Ciencias Jurídicas. Busca además expresar el resultado del ejercicio académico en sus distintas vertientes, a través de espacios de comunicación accesibles a cualquier interesado.
El nombre del proyecto se relaciona con el sentido que queremos proyectar a través de nuestras directrices: educación, análisis y cultura. Es libre de condicionamientos de opinión, pero también libre de un anquilosado proceso de aprendizaje que necesita formar verdaderos profesionales en Derecho y no solo técnicos en normas y procedimientos jurídicos.
Es una nueva manera de adquirir el conocimiento, con técnica pedagógica distinta y estrategias didácticas innovadoras para llegar a un aprendizaje significativo.
Se presenta también como un medio para llegar de manera libre al análisis de los temas que giran en la esfera del derecho, sin estar nuestro juicio condicionado a agradar a un individuo, corriente política o ideológica.
La libertad que envuelve a este proyecto es transversal al mismo, pues no buscamos generar una clientela hacia ninguna organización política de ningún ámbito, que limite nuestra capacidad de indagar sobre algún tema.
Nace ante la necesidad de profundizar en los conocimientos jurídicos, de dominar los conocimientos teóricos al aplicarlos a la práctica, proponer nuevas ideas para engrandecer la ciencia del derecho y nuevas maneras de estudiar esta disciplina.
Buscamos acabar con la apatía y el desinterés de los protagonistas del estudio del derecho y ofrecernos una oportunidad para llegar realmente al método constructivista propuesto por la Universidad.
Estamos convencidos de hacer algo por nuestro conocimiento y el de cualquier estudiante que esté interesado en dedicar tiempo al verdadero análisis de temas jurídicos. Pretendemos evidenciar por medio de la reflexión las conexiones existentes entre los temas de ciencia jurídica y los temas cotidianos, demostrando así que el derecho o la ausencia del mismo, condiciona ya todos los actos sociales del hombre.
Es nuestro objetivo integrar estrategias pedagógicas  alternativas y diseñadas en función al estudio de la materia, con el objeto de revolucionar la enseñanza del Derecho.

Actividades


  • Grupo de estudio
  • Análisis de casos prácticos
  • Análisis de temas actuales
  • Análisis de Bibliografía jurídica
  • Blog de opinión
  • Estrategias y material de estudio
  • Cultura jurídica
  • Investigación Jurídica
  • Conexión con estudiantes de otras instituciones y países


miércoles, 23 de septiembre de 2009

Primer vistazo al Bicentenario: Caudillismo y no



Por: Pamela Ruiz Flores López* 

                Septiembre del dos mil nueve. México como una bomba de jabón oscila entre el malestar global –cuyas ramificaciones no terminaríamos de enumerar- y el festejo de cien y doscientos años amontonados en un enigmático fin de década, la cual se ha visto plagada de eventos determinantes en el acontecer mundial. El movimiento del país es tan frágil e ingobernable, desde que a alguien se le ocurrió crearlo, darle nombre y atribuciones, que pensar como la generación fresca y reluciente que somos en la elaboración de un análisis detenido de los primeros síntomas de nuestra frágil burbuja, tendría que comenzar en un septiembre lejano, de doscientos años atrás. Tal vez más.
                No es sorpresa para cualquiera que haya mirado hacia atrás en la línea del tiempo de nuestro joven país, de que somos una nación caudillista. La veracidad de cada uno de nuestros caudillos, el nivel de participación de la mano en el barro que forma la gigante vasija, que dicen, leyenda, y la franqueza  de la historia –sacrilegio que se dude- que nos ha llevado a la admiración, no serán elementos destacados en la siguiente reflexión, sino el cambio obvio en lo que nos daba identidad nacional.
                A primera vista, parece fácil identificar el valor del caudillo en México; citando a uno de los autores mexicanos que han contado con la cualidad de la preocupación histórica, se podría decir que es cosa tan simple como nuestra constante búsqueda de una figura paterna.
 Como pueblo, como pueblo vagamos de padre postizo a padre postizo mientras nos persignamos con devoción a nuestra leal y única madre. Pero nuestro padre nunca está para cualesquiera que debieran ser sus funciones y que, por doscientos años, hemos tratado de llenar, precisamente, con nuestro afán caudillista.
                Podría decirse que la fábrica, no muy productiva en nuestra historia, de caudillos, perdió ritmo cuando la fuerza veneradora de la figura presidencial perdió ímpetu. Las fechas en que comenzó dicho desprestigio varían de un historiador a otro, al igual que los factores o los movimientos. El descrédito de la figura presidencial -y en sí del presidencialismo- pudo comenzar en su mismo nacimiento, cien años después o en el 68. Lo cierto es que el presidencialismo se disparó a sí mismo, desde siempre y hasta hoy. Así pues ¿cómo sobrevive un caudillo a la caída de las figuras que se supone dieron identidad nacional? ¿Cómo sostenemos esa vasija, que cargamos chorreante? Las respuestas a esas preguntas eran difíciles en tiempos de caudillos, hoy son imposibles.
                Es una verdad bien sabida, que son los años los que crean leyendas, con muy pocas excepciones. Si nos situáramos veinte años en el futuro, sería difícil adivinar quienes, de nuestros personajes actuales, pueden pasar a la historia bajo el honorable nombre de caudillo. Cualquiera que se preocupe por la historia pensará en esto, en orden de dar identidad al país, en realidad poco podemos decir sobre si este criterio es certero o no, pero ciertamente no se ven candidatos a la vista. Ahora bien, ha habido puntos de ruptura en el país en los últimos veinte años, pero no caudillos. Cambio de poder  en el país no han dejado caudillo –u otras-, la elección más cerrada en la historia del país no ha dejado caudillo –u otras-, probablemente el que por default pasará a ser caudillo de las últimas décadas lo será por ser asesinado –otro punto que hace leyendas- en lugar de por ser protagonista de algún tipo de evolución. Triste que pueda decirse eso de un tiempo tan cambiante como el actual. Pero no, es coherente.  
                Sin la intención de renegar de nuestra propia época, sino de cuestionar constantemente nuestro entorno, puede decirse que ni lejanamente estamos en el arranque en el que nos creímos hace cuarenta años, ni siquiera con las condiciones apremiantes que nos urgen a nuevas preocupaciones y a nuevos cambios. La preocupación de antaño que tenía Paz puede reforzarse en un nivel potencial en estos días y con menos caminos. Hemos reforzado el laberinto.  
El espejismo histórico parece ahora más claro que nunca. El ciclo, en efecto, comienza con la nación mexicana, pero sigue y sigue. El adelgazamiento actual de la burocracia en identidad con un concepto paralelo de inicios de los ochentas, el caudillo en proceso cuyo ascenso –inmortalización- se detuvo, y tantas figuras a asimilar con la realidad actual. La continua afirmación de que, el que no conoce la historia está condenado a repetirla, no es un elemento que nazca del festejo al bicentenario o al centenario. Las condiciones presentadas en esos dos puntos de partida o identidad, podrían ser equiparadas a las de otras épocas históricas, en las que se notaba una juventud más activa, o condiciones de los enemigos que les hicieran más vulnerables, o la combinación de las anteriores con un algo más que tenga el papel de detonante. Así pues, este no es un momento único, ni mucho menos, lo será.
                Septiembre del dos mil nueve es un mes de deja vus, una constante imagen. Cien años antes, por tomar las armas, doscientos años antes, al momento del parto. Nacimiento e identidad. Esto es el festejo del bicentenario, decirnos parte de esa sociedad tan limitada que teme seguir viviendo al margen de la historia. Tenemos dos años de edad, nuestros abuelos nos miran con una especie de burla y compasión. Salimos del vientre y tuvimos que correr, somos una gacela sobreviviendo. Nos queda ver atrás y si se puede, evitar caer. Entonces podremos decirnos parte activo del festejo, y si tenemos suerte, parte de lo que pudiera ser un momento genuino y único.


Pamela Ruiz Flores López es estudiante de Derecho de la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Egresada del Bachillerato del ITESM campus Aguascalientes, 

domingo, 6 de septiembre de 2009

¿MATERIALISMO?


"De aquel que opina que el dinero puede hacerlo todo, cabe sospechar con fundamento que será capaz de hacer cualquier cosa por dinero".
Benjamin Franklin
Por: Armando Valadez Aguilera *

Recuerdo las charlas que tenía con mis compañeros de sexto semestre de bachillerato, cuando todos estábamos indecisos sobre que carrera escoger. Las carreras a las que aspiraban mis compañeros eran muy buenas, las razones por las que las escogían… no tanto.

Me acuerdo perfectamente que las carreras que más interés despertaban entre mis compañeros eran la de medicina y la de derecho, pero al preguntarles el porque escogían dicha carrera, pocos me daban una respuesta satisfactoria. Unos me respondían que les gustaba el trabajo que hacían estos profesionistas, otros, que les gustaba tratar de ayudar a la gente a través de estas profesiones. La verdad yo esperaba un motivo suficientemente fuerte para entender el porqué dedicarse a una de esas carreras y sacrificar su vida en busca de ser un médico o un abogado, la respuesta que tenia la mayoría de mis compañeros al parecer era desilusionantemente más simple……"PORQUE GANAN UN CH... DE LANA."

Me parece deprimente ver que en muchas ocasiones las decisiones que toman los jóvenes acerca de que carrera estudiar están relacionadas en la cantidad de dinero que van a obtener. No se dan cuenta de que el hecho de que sean médicos, abogados o ingenieros no les garantiza que tendrán dinero, solo por haber estudiado una carrera que supuestamente deja mucho. Se les olvida que primero deben ser unos buenos profesionistas antes de aspirar a tener cualquier remuneración económica. Se preocupan más por cuanto van a ganar que por prepararse y trabajar con dedicación para ser un buen profesionista.

Tal vez no se han dado cuenta de que hay varios agrónomos, historiadores o filósofos que a pesar de que la mayoría de la gente les decía que no iban a ganar bien, en la actualidad se encuentran en una situación económica más desahogada que varios abogados o médicos, lo que nos explica que la carrera por si misma no es la que nos llena de recursos, sino que a través de nuestro trabajo es con lo que se consiguen.

Recuerdo también que precisamente en sexto semestre de bachillerato nos dieron una conferencia de ¿Cómo tener éxito en la vida? En dicha conferencia el escritor argentino Osvaldo Cuadro Moreno nos dijo: “Me parece que ustedes lo jóvenes se preocupan demasiado en cómo conseguir dinero y no se dan cuneta de lo fácil que es obtenerlo. Estudien con esmero y trabajen con empeño y el dinero les va a llegar sólo”.

Sin duda alguna creo que nos hemos preocupado más por tratar de ganar dinero que por estudiar y trabajar bien.

¿Desde cuando el dinero se ha convertido en fin y no en un medio?
Creo que a la mayoría de los jóvenes se nos ha desordenado nuestra pirámide de prioridades, ya que en vez de pensar que el dinero es una herramienta muy útil para tratar de conseguir algo más importante como la seguridad de nuestra familia, aspirar a una mejor educación, etc., se preocupan únicamente en tenerlo aunque no sepan ni para que lo quieren.

No se dan cuenta de que lo importante de escoger una profesión no es el ganar dinero, sino que nos desarrollemos como personas a través de esa profesión. Creo que en la medida en que sepamos apreciar nuestro trabajo por lo que hacemos y no por lo que ganamos, nos sentiremos mejor ante la sociedad y con nosotros mismos. Ya no nos preocuparíamos quien gana más o quien gana menos, sino que nos preguntaríamos ¿Quién es realmente feliz con lo que hace? Porque como me decía mi profesor y amigo Rodolfo Popoca Perches: “Lo mejor de mi trabajo es que además de que diariamente hago lo que me gusta hacer, me pagan por hacerlo”.



* Armando Valadez Aguilera es estudiante de Derecho de la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Estudió el Bachillerato en el Colegio Portugal y actualmente es miembro del Despacho Jurídico de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.